25 de feb 1951
Heni:
Es la misma niebla, el mismo frío y el mismo olor que flotaban en N.Y. aquella mañana de 1946, cuando bajamos en Penn Station y tomamos un taxi para ir a tu apartamento en 19th st. Cuando abriste la puerta, había un ramo de rosas en el tocador y sobre el refrigerador tenías una canasta de fruta para mí. Ahora (7 am) encuentro sobre mi escritorio una canasta de fruta y un ramo de rosas que han traído para un enfermo.
Este domingo tendré que trabajar doce horas porque la persona que trabaja en el turno de la tarde está enferma. Pero mi día comienza bien, porque durante un instante y por asociación de ideas he sentido tu presencia. Cuánto te extraño y cuánto te he querido. Tengo la esperanza de que volveremos a estar juntos. Deseo mucho regresar a N.Y.; pero pienso que por muchos años será imposible y que sólo un milagro - como tú dices - podrá reuniésemos nuevamente. Espero que ese milagro se realicé, y que podemos recuperar todo el tiempo que hemos perdido. Ahora ya no soy joven y mi salud es delicada; he dejado de ser aquel caballo fuerte y sano; pero todavía puedo trabajar, querer te, pensar y mirar la vida siempre como un campo de batalla un el que algunas veces ganamos y otros perdemos. Las derrotas y las penas tienen un razón de ser, porque sin ellas no tendríamos punto de comparación y no sabríamos apreciar las cosas buenas y agradables. Por ejemplo, sin tu larga ausencia que tanto me duele, el goce de ver te nuevamente, de sentir te junto de mí, de oír te hablar y hablar, de dar te un beso después de una pelea no seria tan grande y maravilloso, se convertía en una costumbre, en un hecho común y corriente que acabaría por hacer de nosotros mismos, no dos locos que se adoran a pesar del tiempo, a pesar de los obstáculos y las distancias, sino dos gentes normalmente vulgares.
La vida ha sido dura con nosotros; pero nos ha dado mas que a los demás porque nos ha dado la facultad de resistir los dolores y de sentir más hondo y profundamente las alegrías y los placeres.
Espero el milagro y te beso la punta de la nariz
Esperanza
25 of feb 1951
Heni:
It is the same fog, the same cold and the same smell that hung over N.Y. that morning of 1946, when we got off at Penn Station and took a taxi to your apartment on 19th St. When you opened the door, there was a bouquet of roses on the dressing table and on the refrigerator you had a basket of fruit for me. Now (7 am) I find on my desk a basket of fruit and a bouquet of roses brought for a sick person.
This Sunday I will have to work twelve hours because the person who works the afternoon shift is sick. But my day begins well, because for a moment and by association of ideas I have felt your presence. How much I miss you and how much I have loved you. I have hope that we will be together again. I very much want to return to NY; but I think that for many years it will be impossible and that only a miracle - as you say - will be able to reunite us again. I hope that miracle is made, and that we can make up for all the time we have lost. Now I am no longer young and my health is delicate; I have ceased to be that strong and healthy horse; but I can still work, love you, think and look at life always as a battlefield where sometimes we win and sometimes we lose. Defeats and sorrows have a reason for being, because without them we would have no point of comparison and we would not know how to appreciate the good and pleasant things. For example, without your long absence that hurts me so much, the joy of seeing you again, of feeling you next to me, of hearing you talk and speak, of giving you a kiss after a fight would not be so great and wonderful, it would become a habit, a common and ordinary fact that would end up making of ourselves, not two crazy people who adore each other despite the time, despite the obstacles and distances, but two normally ordinary people.
Life has been hard on us; but it has given us more than the others because it has given us the faculty to resist the pains and to feel more deeply and profoundly the joys and pleasures.
I wait for the miracle and I kiss the tip of your nose
Esperanza